dissabte, 23 de setembre de 2023

La travesía. 3 - Emstrur

La travesía

Puedes leer los otros capítulos aquí:

1. Landmannalaugar

2. Álftavatn


3. Emstrur

Salimos del refugio con el cuerpo todavía dolorido del día anterior. Aunque hemos dormido bien, nos hubiera gustado descansar un segundo más, pero demorarse demasiado sería un error. Las lluvias podrían alcanzarnos antes de llegar a Emstrur.

Damos un vistazo al lago. En su izquierda, una ladera se eleva protegiéndole de los vientos que vienen del este. Lejos del lago, al sur, se ven diferentes montes. Uno tiene una forma triangular casi perfecta. Parece una pirámide de los Egipcios, comenta Joel. Se ve que la construyeron cuando venían de vacaciones, responde Reke que ya ha perdido la timidez. ¿De veras? Pregunta Ana. Sí, les gustaba viajar y librarse del calor abrasador de sus tierras, apunta Joel. Detrás, David no puede reprimir la risa y todos terminamos riendo a carcajadas.

Vamos, un largo camino nos espera hoy, dice el guía con una gran sonrisa. Dejamos a un lado el lago y subimos por una colina. Una colina llena de musgo de un verde tan intenso que parece que brille. El aire es frío, pero el viento ha desaparecido. Qué extraño se hace andar sin ni una pizca de viento, comenta Carmen. De lejos el cielo se ve despejado, sobre nosotros una fina capa de nube permite intuir el sol. No parece que vaya a llover, dice Fernando. El tiempo puede cambiar muy rápido en estas tierras, comenta Jesús, no te fíes nunca.

Después de vadear un río llegamos a un plano donde la vegetación, ya escasa, va desapareciendo. Pronto empezaremos el desierto, nos comenta Carlos, ya veréis cómo se forman algunas dunas.

No entiendo por qué vinieron los egipcios, estos tipos tenían una extraña obsesión con los desiertos, opina Reke. Ana se lo mira un segundo. Reke está actuando como que está reflexionando. Este chico no tiene remedio, se dice a sí misma.

Lentamente, casi sin darnos cuenta, nos adentramos en un desierto frío y desolador. Las tierras son completamente negras y solo el azul que a veces se escapa entre las nubes da un toque de color. Es una tierra yerma y silenciosa. Nuestras charlas se van apagando a medida que la vegetación desaparece. Andamos ausentes por la nada. Al principio se intenta entablar alguna conversación, pero enseguida se muere. Nuestras pisadas se hunden en la tierra negra como si estuviéramos caminando sobre cenizas. El frío se cuela bajo la ropa y nos envuelve, pero no nos importa.

Aunque el paisaje es desolador, de alguna manera nos sentimos conectados con él. Es como si el desierto reflejara nuestros propios estados de ánimo. Cada uno de nosotros está inmerso en sus pensamientos, reflexionando sobre sus vidas, sus errores y aciertos, así como sobre sus sueños. A medida que avanzamos, el pasado parece desvanecerse en la distancia y vemos la posibilidad de un futuro diferente. La tristeza se mezcla con la sensación de liberación, como si el silencio del desierto nos estuviera invitando a dejar atrás todo lo que ya no necesitamos. Sin embargo, hay una extraña tranquilidad en nuestro grupo. Todos compartimos el mismo desierto negro y callado y entendemos que este es un viaje que debemos hacer en soledad, incluso estando juntos.

Y como empezó el desierto, poco a poco, también termina. Tímidos brotes de hierba van surgiendo a nuestro alrededor y ya volvemos a tararear y hablar entre nosotros. Nos encontramos en paz y nuestras conversaciones tienen una profundidad y muestran una confianza que aún no habíamos tenido. Compartimos sueños y aspiraciones, revelando algunos de nuestros miedos y anhelos.

Al cabo de un rato, subiendo por un pequeño sendero, nos encontramos un monte que nos cautiva con su elegancia. La pendiente de la ladera es tan suave y gradual que sientes el impulso de correr hacia ella y conquistarla, pero sería un esfuerzo inútil, ya que se torna cada vez más pronunciada, como si desafiara el cielo mismo, y casi en su cima, debido a la erosión, se irguen imponentes rocas con ángulos afilados y definidos. Y justo por encima de estas rocas, como si fuera una creación deliberada por algún Dios antiguo, se extiende un amplio llano adornado con exuberante hierba y musgo.

Paramos un rato para contemplar maravillados el majestuoso monte mientras el cielo se va nublando. Aprovechad para poneros las capas y las fundas en las mochilas, dentro de poco empezará a llover, nos indica Carlos. David, que no tiene ganas de mojarse, también se pone el sobre-pantalón impermeable. A ver, que no va a diluviar, no hace falta que os paséis, ríe Carlos. Mierda, ya sé que me he dejado, dice preocupada Sara, el sobre-pantalón. Si ni siquiera has mirado dentro de la mochila, le suelta Joel. Ni hace falta, como estaba un poco mojado, lo dejé en la entrada para que se secase. Mierda, que no llueve demasiado, por favor, reza. Fernando piensa que le podría dejar el suyo, ya que no le importa mojarse. Cuando caiga un chaparrón, si llega el caso, se lo ofreceré.

Con una lluvia fina llegamos al refugio de Emstrur, situado entre montañas en una zona ligeramente inclinada, cerca de un cañón estrecho y profundo con paredes de basalto. El refugio está compuesto por pequeñas cabañas de madera pintadas de verde oscuro, dispuestas en diferentes niveles de la ladera y conectadas por pasarelas. A pesar de su tamaño reducido, cada una alberga literas, cocina y una mesa para comer. Al parecer, dentro pueden dormir veinte personas. No creo que tengamos frío esta noche, comenta Jesús.

divendres, 22 de setembre de 2023

La travesía. 2 - Álftavatn

La travesía

Puedes leer el primer capítulo aquí:

1. Landmannalaugar


2. Álftavatn

Después de desayunar, Carlos nos recuerda, aunque no hace falta, que el tiempo será bastante malo. Sin perder ni un minuto nos preparamos la mochila y salimos del refugio. Una gran pared de colada de lava se alza ante nosotros. En ella hay un estrecho sendero que serpentea hacia arriba. Echamos la vista atrás para ver una última vez el refugio, el río caliente y la gran llanura antes de empezar la travesía. El sendero, con rocas negras y afiladas, impone respeto y andamos con cierto temor. En pocos minutos estamos rodeados de montaña. Hay fumarolas a nuestro alrededor que desprenden el característico olor a azufre. Una pequeña llovizna nos moja las ropas. Tampoco hay para tanto, dice Ana pensando en lo que nos espera. Cuando superamos las montañas de lava, subiendo una cuesta muy empinada, se despliega ante nosotros un paisaje llano con montes coloridos. El camino se vuelve más ancho y las nubes se rompen por un instante para que el sol se cuele y nos dé un poco de calor. Paramos unos minutos para contemplar el paisaje, charlar un poco y tomar un algún sorbo de agua antes de seguir la marcha.

De repente un viento frío nos estremece. Preparaos, este viento nos acompañará durante todo el día, nos advierte Carlos. Nos ponemos deprisa los abrigos y andamos con el paso un poco más rápido. El viento, poco a poco, va aumentando su fuerza y el cielo se cierra con nubes oscuras y amenazadoras. La temperatura cae bruscamente, los abrigos apenas nos protegen y tiritamos y avanzamos sorprendidos del súbito cambio de tiempo. No os paráis de mover, nos dice el guía, no dejáis que se enfríe el cuerpo. Los montes coloridos se vuelven grises. Estos montes pelados, sin ningún tipo de vegetación, ahora parecen tristes y apagados. Y sin darnos cuenta, una neblina va creciendo a nuestro alrededor. Paso a paso la neblina se va volviendo más espesa, hasta convertirse en niebla.

El viento nos azota sin descanso. Andamos agachados, clavando los bastones antes de dar el siguiente paso. Vamos lentos, muy lentos. Clavamos bastón, avanzamos un pie, clavamos el otro bastón y avanzamos el otro pie. Hay miedo, por supuesto, pero no nos paramos. Estamos empapados y entumecidos por el frío. A veces la lluvia se vuelve granizo y nos golpea en el cuerpo una y otra vez como diminutos martillos helados. Solo somos capaces de ver el compañero que está delante de nosotros. El siguiente ya se pierde en la niebla espesa y cegadora. Cada pocos metros Carlos hace parada y recuento. Estamos todos bien. Cansados pero bien. El refugio del lago nos espera, nos decimos para darnos ánimos, pero todos pensamos que todavía quedan horas de andar. Cruzamos campos de obsidiana, con el temor de rasgarnos los zapatos, subimos y bajamos colinas sin parar por un suelo suelto que se deshace con una facilidad pasmosa y cruzamos neveros resbaladizos. No vemos las montañas coloridas, ni las fumarolas, ni colinas, ni nada. Solo el compañero que nos precede.

A medio camino nos encontramos una choza de madera. Cuatro paredes y un techo, nada más. El suelo, hecho de listones podridos, casi que se descompone bajo nuestros pies. La temperatura sigue igual de fría, pero al menos no hay lluvia ni viento. Dejamos las mochilas al suelo y comemos para recobrar fuerzas y nos fregamos los brazos y las piernas para entrar un poco en calor. Nos gustaría descansar, pero si nos quedamos, el tiempo podría empeorar más. Y abrigados hasta arriba, con las mochilas otra vez en los hombros, salimos de la choza. El viento, más violento que nunca, arremete con fuerza para tumbarnos. Al menos, por suerte, durante un rato, la lluvia nos concede una tregua. Avanzamos lentamente y en silencio; el viento ensordecedor tampoco nos permitiría hablar entre nosotros.

A pocos kilómetros de llegar al refugio de Álftavatn, nuestros cuerpos nos piden parar. Ya no podemos más. Aún no nos hemos detenido desde que abandonamos la choza. Danos un poco de descanso, por favor, clama David debajo de una capa negra agitada con furia por el viento. Todo el mundo se para y se deja caer al suelo. Da igual que nos quedamos llenos de barro, da igual si nos mojamos un poco más, comenta Joel, nos da igual todo. Aunque Reke parece no estar cansado, sus piernas adoloridas le dicen lo contrario, y agradece la parada sin decir una palabra. Es el único que se queda de pie intentando vislumbrar alguna construcción, alguna cabaña que pudiera ser el refugio. Solo hay niebla y más niebla. Cuidado, Reke, no te vayas a caer, le avisa Carmen. De pronto, delante de él, se despeja la niebla. Una fuerte pendiente baja hasta un riachuelo. Reke da dos pasos atrás, un poco sorprendido. Mira lejos y a la lejanía ve un lago. Mirad, un lago y a su lado parece que hay un refugio, chilla contento con su acento extraño. Es donde vamos a dormir, cuenta Carlos, pero todavía nos quedan unas horas para llegar hasta allí. Parece que está aquí mismo, pero tenemos que bajar al río por esta pendiente que es muy traicionera. Después cruzaremos el río y luego, andando por el llano, llegaremos al refugio. Vamos.

La bajada se nos hace eterna. Si parecía que teníamos el río aquí mismo, se queja Fernando parándose de golpe. Ana casi que choca contra él. No te pares en medio, a ver si vamos a caer los dos. Ui, perdón, se disculpa Fernando retomando la marcha.

Finalmente, alcanzamos el paso del río, dejando en lo alto la niebla que nos había envuelto, la cual ahora es una nube que flota sobre nosotros. No llueve y el viento nos ha secado las ropas. Nos quitamos las botas y con cuidado vadeamos el río. Las aguas heladas se cuelan entre nuestros pies y nos salpica las piernas. No es una sensación agradable, pero en salir del río, notamos el calor de nuestra sangre recorriendo las partes de nuestro cuerpo que se han cubierto de agua. Como me gusta notar el frío del agua, dice Jesús mientras cruza el río con una lentitud pasmosa. Pon todo el cuerpo si eres capaz, le reta Sara que se está secando las pantorrillas. Bueno, tampoco nos pasemos, responde Jesús con una gran carcajada. Es la primera vez en todo el día que alguien ríe y el resto del grupo también nos unimos a la risa. ¡Por favor, como la necesitábamos!

Caminamos al lado del río. El viento sigue, pero con menos fuerza. Ahora hablamos y reímos entre nosotros, Sara va tarareando y parece que estamos menos cansados. Álftavatn cada vez está más cerca, pronto podremos descansar.

 

3. Emstrur

dijous, 21 de setembre de 2023

La travesía. 1 - Landmannalaugar

Las siguientes cinco o seis entradas estarán escritas en castellano. Habrá faltas ortográficas y gramaticales, es la primera vez que escribo un relato en esta lengua. Podéis corregirme con insultos, si queréis.

El relato trata de una travesía por Islandia. No hay mucha trama, solo la ruta. Se basa en hechos reales. Para proteger la privacidad de sus protagonistas, se han cambiado los nombres y no tienen descripción. ¿He dicho que se basa en hechos reales? Bueno, puede que mi imaginación haya ido más allá de lo previsto…


La travesía. 1 - Landmannalaugar

Estamos embutidos nueve personas en una furgoneta vieja y destartalada recorriendo una pista llena de baches. Cruzamos ríos y sorteamos pasos montañosos que nos conducen hacia las inhóspitas tierras del interior de Islandia. Todos más o menos tenemos una idea de lo que nos vamos a encontrar. Una idea fruto de alguna foto, de lo poco que hemos visto de la isla y de nuestra imaginación. Una idea equivocada al fin y al cabo. Vamos dando botes y nos sacudimos dentro de la furgoneta durante horas hasta que, por fin, un poco aturdidos del viaje, llegamos a Landmannalaugar. Es una llanura extensa con diferentes ríos y rodeada de montañas negras por la tierra volcánica que exhiben trazas de verdes intensos del musgo que crece tímido por las laderas. De vez en cuando destacan algunas montañas amarillas y ocres del azufre y con líneas rojas, verdes y azules de metales que van aflorando a la superficie. En un lado de la llanura, al pie de una gran colada volcánica, a resguardo de los vientos más intensos y cerca de un río de aguas calientes, se alzan las pequeñas cabañas del refugio. Son construcciones simples, con paredes de madera y tejados de chapa pintada de un verde claro y apagado. Dentro de ellas, el suelo, las paredes y el techo son de madera barnizada. En la entrada nos amontonamos con caras de ilusión y cierto temor al camino que nos espera. El guía nos pide que dejemos las mochilas en el piso de arriba, en una de las habitaciones. Subimos por una escalera gastada de los miles de excursionistas que pasan año tras año. La habitación es pequeña, con un pasillo al centro y con estrechas camas a los lados sin separación alguna entre ellas. Deben caber unas quince personas un poco apretujadas.

Sin perder tiempo, Fernando y Jesús van a bañarse en el río de aguas calientes. Reke, un chico que no habla demasiado y cuando lo hace tampoco se le entiende mucho, los sigue unos pasos atrás. Para acceder al río hay una pasarela alzada hecha de listones de madera. Nos cruzamos con otros excursionistas. Nos saludamos alegres y nos dejamos pasar por la estrecha pasarela. El agua es de cuarenta y cinco grados y en algunas zonas está aún más caliente. Parece que nos vamos a cocer como pollos, dice Jesús. David y Carmen también se apuntan al baño al cabo de unos minutos. Entrar fue fácil, pero salir no es una tarea sencilla. El aire es helado y con el cuerpo entumecido del calor nos mareamos. Mira que Carlos nos lo había dicho: Vigilad, no os estéis demasiado tiempo en el río, al salir os podéis marear… Si hacemos caso al guía de esta forma, seguro que no llegamos al siguiente refugio mañana. Más tarde, después de dar algunas vueltas alrededor del refugio, Sara y Joel, junto con Ana, se dan también un baño y con las mismas consecuencias del primer grupo. ¿Pero cuántos ríos calientes nos encontramos por el mundo? Teníamos que aprovecharlo sin duda alguna.

En la zona de alrededor del refugio se puede acampar. Hay plantadas algunas pocas tiendas de campaña. Nos cuentan que en medio del verano las vistas se pierden de tiendas y más tiendas. Con los primeros fríos solo quedan unas pocas, de los más valientes, o más osados. En un borde del campo, encontramos unos autobuses antiguos. Nos acercamos. Colocados en forma de u, en uno de ellos vemos lo que parece un pequeño comercio. Dentro, una pareja está comprando cervezas. A fuera, en medio de los autobuses, hay una fogata con troncos y bancos para sentarse y pasar el rato. Nos gustaría quedarnos, pero no disponemos de mucho tiempo, hay que ir a preparar la cena. El guía pide a Reke y Sara que le ayuden. Reke no tiene ni idea de cortar las verduras, aunque se defiende un poco imitando a Sara, o eso cree. Sara se preocupa cuando, viendo cómo Reke corta las verduras, pregunta a Carlos si hay hilo y agujas para hacer suturas y él le responde que el botiquín no llega a tanto.

Joel junto con David y Ana intentan preparar la mesa, pero otro grupo se ha afianzado de las mesas. Con la cena hecha, esperamos que acaben y presionamos un poco, a ver si se dan cuenta de que tenemos hambre. Al cabo de unos minutos ya nos sentamos en la mesa y comemos verduras con patatas cocidas y filetes de cerdo. Hay que alimentarse bien, nos dice el guía, mañana empezamos la travesía que durará cinco días. Además, las previsiones del tiempo para mañana no son buenas. Habrá un tiempo de perros y no quiero que nadie se quede en medio del camino. Se hace un pequeño silencio, todos pensamos en el tiempo de mañana y si hemos hecho bien de aventurarnos en estas tierras frías e inhóspitas. Pero no os preocupéis, conmigo llegaréis a buen puerto, suelta con una voz raspada. Sería un buen momento para brindar, se dice Reke a sí mismo. Todavía se siente un poco cohibido dentro del grupo.

 

2. Álftavatn

3. Emstrur

dimarts, 19 de setembre de 2023

Nota

No sé què em passa, sento com em plora el cor, però jo no li he fet res. Sec a l'ombra d'un gran arbre i escolto la fressa de les fulles amb el vent. Al meu davant tinc un gran espadat moll de la pluja d'aquesta nit. El meu cor petit es recull dins seu i, com una esponja xopa quan l'estrenyen, brolla llàgrimes. No soc impermeable i sangloto sense voler. Respiro l'aire net, lluny de les ciutats que m'esgoten, m'aclaparen, m'aterreixen.

La veu clara i suau d'una noia desconeguda donant-nos les gràcies per deixar-la passar en aquell camí estret ens va fer tremolar. M'acabo d'enamorar, em diu. Quina veu més bonica tenia, li responc. Tu no t'enamores de cop? Em pregunta. Jo no, em costa molt enamorar-me, menteixo. 

Una setmana enrere, quan vaig veure-la aparèixer de cop i volta fent volar els seus cabells de coure i els seus ulls de maragda, vaig quedar-me captivat per la seva bellesa, però va ser la seva seguretat i la seva força que em va enamorar. Va ser de sobte, gairebé violent. Jo no ho volia, no ho esperava, només volia ser alegre i despreocupat. Em vaig sentir tan poca cosa… No vaig gosar, no volia ni entreveure la possibilitat de lligar-la a mi. Era una ànima tan lliure i feliç que amb mi, per culpa meva, que de tant en tant em trenco a bocins, s'hauria anat apagant. Tanmateix, hauria sigut capaç de dir-te: T'estimo.

Potser sí que sé què em passa.




Nota: Els pròxims dies publicaré un seguit de textos en un idioma que aquest bloc de notes encara no ha vist, crec (la meva memòria de peix és més fugaç que una estrella caient a la Terra). Seran cinc o sis entrades escrites en castellà, el qual m'està costant força escriure. No tinc vocabulari ni sé com jugar amb les frases d'aquest idioma. Mare meva, quina por.

diumenge, 27 d’agost de 2023

És temps de mores

Les fulles em miren i em demanen si us plau que les deixi caure, que volen tornar a començar. Responc que si obeeixo les seves súpliques, no tornaran a començar, sinó que es desfaran a la terra o un cop de vent se les endurà. És igual, deixeu-nos ser lliures, em ploren. I l'arbre, cansat, ja no sap com retenir-les i em mira afligit i resignat al cicle natural.

M'atipo de mores i prometo que en poques setmanes les deixaré marxar, que la impaciència no és sana, que hi ha un moment per cada cosa i que aquesta és la meva última lliçó per a elles. No les deixo convençudes, però veient que els seus planys són en va, m'obliden de pressa i es posen a ballar amb el vent del matí.

Camino cap a casa i sento de lluny el seu crit. Recorda que ens ho has promès. Em giro i continuen ballant com si no m'haguessin dit res.


I ara, un dia amb bicicleta:

Fa dies, pujant per una carretera, el meu cos es trobava prop de la desfeta. Mentre pensava que la duresa de la carretera només em podia dur a l'infern, dalt del cel un grup d'aguilots donava voltes sobre meu. En vaig comptar cinc. Jo pujava i pujava i les meves cames clamaven descans, però no les deixava. Si va sumar un sisè aguilot. I jo em mirava preocupat els ocells mentre voltaven pacients a la meva més que probable mort. Però no defallia i seguia amunt amb unes forces que no tenia fins que vaig trobar-me dalt del coll. L'esforç final em va fer oblidar l'amenaça que aguaitava qualsevol pas en fals. Vaig aturar-me distret per fer un glop de la cantimplora. Els crits de terror d'uns falciots van avisar-me del perill imminent. Els aguilots baixaven a gran velocitat. S'havien doblat en nombre i esperaven en mi tenir un valuós botí. Vaig alçar els braços maleint els ocells i vaig cridar que les portes de l'infern encara no s'obririen per a mi. I de seguida van abandonar l'escomesa alçant-se i perdent-se cel enllà. Vaig donar gràcies als falciots per salvar-me la vida i sentint-me afortunat vaig tornar cap a casa.

dimarts, 1 d’agost de 2023

No violència

No us vull mentir, tinc molt a explicar, però sento com si no estigués preparat encara. Fa dies que intento entendre el món de la no-violència. He llegit llibres sobre aquest tema, alguns de molt antics i d'altres que no fa ni un segle que van ser escrits.

Entremig d'aquesta nova vida, he aprofitat per fer bacó fumat. A mi no m'agrada gens el bacó fumat. De fet, no m'agrada res del porc. Als baixos del bloc, aprofitant que la conserge fa vacances, he muntat una carnisseria. Res de violència, és una parada on venc la carn fins que s'acabi. Tothom en compra menys el veí del replà. Que bé que dormo ara que ja no el sento roncar com un garrí.

Llegint sobre la renúncia absoluta de la violència m'adono que la vida es torna més plena. Vist des de fora, qualsevol diria que m'he tornat un covard, però la meva existència ja va molt més enllà de qualsevol disputa.

Bé, no sé què acabo d'escriure, segueixo.

Vaig fer quatre dies de vacances. Vaig continuar treballant amb una història que ja comença a tenir forma. Forma de bunyol escarransit, però forma, al cap i a la fi. N'estic ben orgullós. És com les dues grans altres històries, una sobre el coneixement d'un mateix, i l'altra sobre l'orgull i el menyspreu. Totes dues abandonades a mig fer en un disc dur perdut, a l'espera que les dades es corrompin per així poder-me lamentar amb raó de no acabar-les i no com ara que, en lamentar-me, enganyo al remordiment. Aquesta última obra parla de les limitacions dels éssers humans. És ben clar que cap de les tres històries parlen del que he dit, però així sembla que soc un erudit.


Bé, no estic dient res de bo i se m'està fent tard. Llegiré una mica abans d'anar a dormir.


PS. Ara fa un mes em van oferir un lloc de treball en un país llunyà en una coneguda empresa del món de la informàtica. La figura de “Team leader” em van oferir. Lu típic, un sou astronòmic, un equip de vuit, deu persones, un projecte desconegut (confidencial em van dir) i d'allò més motivador, res de metodologies àgils, sinó que metodologies per a projectes que siguin molt estables (segurament RUP o LEAN), etcètera. Vaig dir que no. Si fos capaç, deixaria la feina i em convertiria en un escriptor mediocre.

dilluns, 12 de juny de 2023

La Segarra

Tothom qui més qui menys coneix la Segarra, la comarca lleidatana famosa pels constants camps de secà. Però és una comarca escapçada, els seus límits van molt més enllà. Inclou part de l'Anoia a l'est, part de l'Urgell a l'oest i part de la Conca de Barberà al sud. Però tot això, coneixedors de la geografia catalana, ja ho sabeu. Com també sabeu que l'origen del seu nom ve dels ibers, de Sikarra o Sigarra, un poblat que es troba a Parts de Rei. És així o és un invent per ocultar l'origen veritable?

Fa més de mil anys els pagesos dels pobles que es troben al naixement del riu Ondara anaven a vendre a Cervera o bé a Sant Guim de Freixenet. No hi anaven qualsevol dia, els dimecres pujaven a Sant Guim i els dissabtes baixaven a Cervera. Per altra banda, els pagesos dels pobles que es troben al naixement del riu Sió els tocava anar a vendre a Cervera els dimecres i els dissabtes a Sant Guim. Ningú sabia d'on venia aquesta norma, feia generacions que era així i ningú s'havia plantejat canviar-la. 

Entre els dos rius, el Sió i l'Ondara, hi ha una riera on en aquella època hi havia només quatre masos contats i un petit nucli amb l'església que anomenaven Vergós, que no és el Vergós del riu Ondara, sinó el Vergós Guerrejat, però aleshores només s'anomenava Vergós. El nom d'un poble i l'altre l'havien posat la gent de Cervera i no se sap si en coneixien realment la seva localització. Aquesta pobra gent havia de pujar a Sant Guim o baixar a Cervera per comprar al mercat i entre el viatge i els preus, que eren força cars, veien dia a dia com la seva economia anava empitjorant. Era un tema que es parlava cada diumenge en sortir de missa durant força estona, ja que davant de l'església hi havia una petita plaça amb arbres que donaven ombra i la majoria preferia passar l'estona allí abans de tornar als seus masos vells i atrotinats. I amb tanta tertúlia, un dia se'ls va acudir una gran idea. Alguns anirien a comprar el dimecres a Sant Guim i al moment de pagar dirien, ostres, el dissabte era més barat. O si fos dissabte dirien, vaja, el dimecres no vaig pagar pas tant. I els altres farien el mateix a Cervera.

En qüestió de setmanes els preus van baixar de cop, ja que aquesta estratègia de seguida va calar entre tots els compradors. I tant els cerverins, com els santguimencs com els habitants de la riera de Vergós estaven encantats, però els pagesos de l'Ondara se'n feien creus de com els pagesos del Sió poguessin vendre tan barat i els pagesos del Sió no entenien com els de l'Ondara fossin capaços de rebaixar tant els preus. Estaven indignats i si aquesta pugna de preus seguia, acabarien arruïnats. 

Un dissabte, quan els preus ja no podien baixar més, els pagesos del riu Sió, des de Sant Guim, es van plantar i amb gran exaltació van declarar la guerra als pagesos del riu Ondara. Al mateix moment, a Cervera, els pagesos del riu Ondara es van plantar i colèrics van declarar la guerra als pagesos del riu Sió. Veient el desgavell, la gent de la riera de Vergós va escapar-se de pressa i dalt d'un turó va alçar una muralla per evitar rebre cap patacada.

Els Sionencs van començar a baixar, però al primer poble van agafar un camí que donava a un cul-de-sac. Sense perdre l'esperança ni la indignació van girar cua i van agafar el camí bo. La gent de la Panadella en veure tota la corrua de Sionencs baixant, els preguntava: m'on aneu? M'on aneu? La gent de la Panadella solia utilitzar la lletra “m” més sovint del necessari. Algú, fins i tot, va preguntar: m'on m'aneu?, però això ja era un gra massa. Tots els pagesos que anaven passant deien cridant i mig afònics: A sa guerra! A sa guerra anaven vociferant ben alterats. I els pagesos Ondarencs, passant per les Oluges també bramaven quedant-se ben aviat sense veu: A sa guerra! A sa guerra! Aquests també es van equivocar de camí i en un primer moment van entrar cap a la riera de Vergós, però els seus habitants des de dalt les muralles que acabaven de construir, els van indicar de seguida el camí correcte.

Com que uns i altres havien anat a la guerra per camins diferents, no es van creuar ni van trobar ningú a les seves cases. Sense saber massa què fer les van ocupar tot esperant que tornessin per començar la batalla. No era senzill saber qui havia d'ocupar cada casa, aleshores el pagès líder va anar dient a la resta de pagesos amb les seves famílies: Aquí estaràs, i assenyalava una casa. I van esperar i esperar amb una fe que gairebé santificaven mentre fabricaven arcs i fletxes i també forques per preparar l'atac. Però ningú va tornar i van passar els dies i cada bàndol, amb l'espera, com qui no vol la cosa, es va anar fent seva la nova casa. Així doncs, amb el temps, els habitants del riu Sió van passar a ser habitants del riu Ondara i els habitants del riu Ondara van passar a ser habitants del riu Sió. I de mica en mica van tornar a vendre al mercat, cadascú el dia que tocava segons designava la norma i els preus van tornar a ser el que eren, potser no tan cars.

Tota la contrada va fer mofa temps i temps de la gent de “Sa guerra”, tot imitant la seva veu afònica. Però al cap dels anys ja ningú recordava d'on venia aquesta burla i tot l'altiplà es va anar autoanomenant Sa Guerra o Se Garra, ja que el crit afònic no permetia distingir massa bé quina vocal tocava a cada síl·laba. I el dia que van haver d'escriure el nom d'aquell territori van escriure Segarra, tot junt. Hauria pogut ser qualsevol altra combinació? Sí, però va anar d'aquesta manera, en aquella època no existia cap norma ortogràfica; el català era una llengua incipient i anaven una mica perduts.

dimarts, 6 de juny de 2023

El carrer

El sol cau al meu darrere i l'ombra s'avança impacient. Sense voler espanto quatre coloms que alcen el vol batent les ales amb força i valentia. El temps, que no acostuma a aturar-se, ha fet una pausa per agafar aire i els ocells, il·luminats pel sol ataronjat, han quedat parats davant meu amb les ales ben obertes. Quan els ocells desapareixen cel enllà, veig la meva ombra girada, esperant-me per travessar la plaça.

El carrer és estret, amb preferència per als vianants i sempre té algun cotxe sortejant les enormes torretes que el decoren. El terra de llambordes sembla un corredor ple de paranys com a les millors pel·lícules d'aventures per arribar a un tresor ocult. I aquests dies que plou, cada passa pot fer aflorar un gran toll amagat sota les pedres. I com que les cases tenen les parets altes i enreixades és un carrer ombrívol durant bona part de l'any. A més a més, per una banda, donen l'esquena, ja que prefereixen fer-se boniques a la rambla, i per l'altra s'han fet velles i no sembla que ningú les vulgui cuidar.

Quan s'acosta l'estiu, a les tardes, el sol s'escola entre els edificis i el carrer s'omple de llum. Les cases sembla que prenguin vida i els vianants hi caminen alegres i se saluden amb un somriure als llavis. Aleshores les ombres s'allargassen porugues i intenten escapar-se per esperar-se al cap del carrer.

dimarts, 30 de maig de 2023

L'accident

Al meu voltant se sentien els crits més esgarrifosos que mai m'hauria pogut imaginar. Eren uns crits que et deixaven el cor fer a miques. La situació era d'extrema gravetat i l'únic final possible era el no-res. Estava petrificat. Durant uns segons, rodejat d'una bogeria presa del pànic, vaig tancar els ulls amb la vaga esperança que tot acabaria bé. Però aquesta vegada no seria així. No podia dir res, ni cridar com feia la resta. Em vaig tocar la cara, xopa d'una suor agra. Vaig prémer amb els palmells les galtes i amb els dits faig fregar-me les orelles, per sentir que encara tenia cos i era jo mateix. Tot tremolava i els crits em tenien eixordat. El meu cos no tenia força per mantenir res. Tenia fred i calor alhora. El cor bategava tan de pressa que notava com s'esgotava, com si s'estigués rebentant de tant d'esforç. És possible que fos així. Ni podia respirar. Vaig ser capaç de pensar que no volia sentir dolor i vaig agrair no sentir-lo. No era conscient que estava vivint el dolor més intens que havia patit. Potser era l'adrenalina o potser part de mi estava fallant. El foc ja començava a consumir-nos i les batzegades cada vegada més fortes. No vaig sentir el cop final. Vaig desmaiar-me just abans de quedar reduït a miques.

 

P.S. Avui he comprat dos vols d'avió. Anada i tornada, és clar. Perdona'm, Terra.

diumenge, 28 de maig de 2023

Més u

Sembla que ha passat com si res, a una velocitat més alta del que un voldria, però és fals. Ja de bon principi vaig viure un episodi que marcaria un canvi importantíssim a la vida. Aquell episodi em va servir per tancar la porta a una vida que no m'agradava i em prenia la salut. Reconec que em va costar. No vaig donar explicacions, ni feia falta. Vaig sortir, vaig tancar la porta i no vaig mirar enrere. No escriuré de què es tracta, ja que em podria guanyar una bona clatellada si ho fes. I va passar l'estiu com si res, mig treballant, mig descansant dalt de la bicicleta.

A la tardor em vaig rebentar l'omòplat un dia de pluja dalt de la bici de ciutat quan anava cap a dinar. Aquell fet em va servir per poder cagar-me amb tot el sistema sanitari de Catalunya. Encara espero que m'avisin per donar-me l'alta i me'l mirin per si s'ha soldat bé. Fills de puta. Gràcies a la caiguda vaig recuperar l'amor al desenvolupament "frontend". Durant les sis hores que no em van atendre amb l'omòplat trencat em vaig llegir tota la documentació d'un marc de treball de desenvolupament pensat per al web. Fills de puta. Aix, ja ho havia escrit. Al cap de tres setmanes, veient que em feia poc mal, vaig preguntar a un metge si em podia treure el cabestrell. Em va dir que si feia tres setmanes de l'accident, segurament em farien una radiografia ben aviat, però que si no em feia mal, millor que me'l tragués per evitar que s'encarcarés la musculatura. Si m'arribo a esperar, encara ara el portaria. Durant els dies de cabestrell vaig anar buscant una nova bicicleta. Una de gravel que ara està tan de moda. I va ser una molt bona compra que vaig estrenar de seguida que vaig poder.

Després d'això van venir uns fets paral·lels a la meva vida. Uns fets que han capgirat les vides de persones del meu voltant, però jo no soc qui per parlar-ne.

I va arribar l'hivern i sense saber com vaig començar a participar en campionats de programació. No vaig guanyar-ne cap, però, de fet, tampoc ho volia; en cap cas voldria ser el centre d'atenció. Vaig aprendre molt i això em fa sentir bé. Durant aquest temps vaig comprar-me una cadira de despatx. Fins llavors havia tingut una de plegable que, tot i que molt còmode, després de deu hores el meu cul es queixava, i amb raó. I vaig canviar-me els monitors, més grans, per poder tenir més espai per llegir i escriure. I al final, després de maleir el teclat menys cops del que hauria sigut necessari, també vaig comprar-me un teclat bastant car, però molt còmode, que ara mateix no estic utilitzant perquè estic al sofà amb el portàtil. Un sofà nou també, de disseny italià, tot i que fet a una nau perduda en un polígon del Baix Llobregat. Estic orgullós del meu sofà.

Ja entrada la primavera vaig haver de parar de tantes hores davant d'un ordinador. Era perillós per la meva salut. Fer-se gran ajuda a conèixer les debilitats d'un mateix. I en una activitat completament diferent, el cant coral, vaig participar en concerts arreu de Catalunya. Abans de començar vaig pensar que les meves pors a la gent en general farien d'aquella experiència una tortura desagradable. No sabeu com va ser de gran la sorpresa quan al primer assaig vaig veure que m'ho estava passant bé i em sentia assossegat. Vaig gaudir-ne des del primer assaig fins a l'última nota de l'últim concert. No em vaig sentir aclaparat ni vaig notar cap nus estrany a la gola. Durant aquests concerts va passar alguna cosa més, però la meva vida és molt tranquil·la i ara mateix no la vull fer trontollar.

I ja està.

dimarts, 9 de maig de 2023

Un recorregut per les cultures del món

He de reconèixer que el meu coneixement sobre Galícia és ben escàs. Sé que algun dia hi arribaré quan acabi el Camí de Sant Jaume, que té allò dels horrorosos o com es digui mentre maleeixo l'autocorrector o també, que això ja no ho sé gaire, que els seus ports són famosos per l'entrada de la droga americana amb submarins casolans. Tenen una cultura molt rica, sobretot la culinària, que és la que avui ens pren el protagonisme. Tothom coneix els seus pebrots verds i diu la llegenda que de tant en tant algun pica i molt. Mentida, crec que mai n'he menjat cap que piqui i des de la meva experiència, soc més de pebrot italià, puc afirmar que és una llegenda falsa, com la majoria, amb l'excepció de les d'alguns gràfics. També tenen, o tenien, que potser ja s'han extingit, un tipus de gamba o cigala. Crec que no n'he menjat mai, ni allò dels pessebres, maleït autocorrector, o peus de cabra que sempre m'han fet angúnia. I finalment, encara que alguna cosa més menjaran que no ve al cas, tenen el pop a la gallega. I us explicaré, des de la meva total ignorància, com es cou perquè no quedi dur. El pop ha de ser viu, sobretot, això de congelar-lo és una falòrnia d'alguns sentimentalistes. En una olla ben fonda i plena d'aigua bullent s'ha de submergir el pop i tornar-lo a treure al cap de pocs segons per submergir-lo a l'aigüera plena d'aigua i glaçons per tal que estigui ben freda. Podràs notar com el pop es retorça de dolor i s'intenta arrapar a les eines, braços o aletes que utilitzis en aquesta bonica tortura. En cas que tregui tinta, recull-la i porta-la a la seu d'HP, allà te la compraran a un bon preu. Treu-lo de pressa de l'aigüera i ràpid cap a l'olla bullent. Repeteix l'operació els cops que faci falta fins que el pop deixi de moure's. Entre olla i aigüera i aigüera i olla, si vols colpejar-lo sobre el marbre de la cuina, no et sentis cohibit. Un cop deixi de moure's, tira-li unes patates i pebre vermell i llestos. Ja pots anar al bar de tapes de sota casa que allà ja te'l tindran preparat i, a més a més, t'oferiran els pebrots que mai piquen.

I així acaba aquesta primera part del viatge per diferents cultures del món.

 

Nota: He buscat “pop” al Google i no m'ha retornat el resultat que esperava. Parla de la música. Il·lús de mi i una mica estúpid també, he anat a l'enllaç suggerit de cerca “pop llatí” pensant que em trobaria una referència de la llengua dels romans.


I ara, en honor al malbaratament del pop, sobretot quan baixeu al bar de sota casa baixeu una bossa orgànica amb el pop a dins i llanceu-la al contenidor marró, el gran poeta, Poeta del Mató, ha escrit una adaptació d'una coneguda cançó infantil:

El Pop

Mireu allà dalt
en els estels què hi ha,
és un gros animal
que amb patinet va.
És un pop,
i doncs què us penseu?
Que seria un elefant? És que no veieu que el títol ja diu de quin animal parla? I, a més a més, l'elefant anava amb bicicleta.
Té tot de tentacles,
ballant al seu voltant!

Poeta del Mató

dimarts, 2 de maig de 2023

Corba

Pujo distret per una pista que tenia oblidada. Fa cosa de dos anys, en aquesta pista, un cotxe, en una corba molt tancada, gairebé se m'emporta. És una pista on pràcticament mai passen cotxes. El cotxe i jo vam tenir temps de frenar i aquell incident va quedar només en un ensurt. Mesos més tard, quan ja havia oblidat que per aquella pista hi podien passar cotxes, en aquella corba tancada per art de màgia en va aparèixer un altre. Una furgoneta blanca. Vam poder frenar i cadascú es va endur l'ensurt cap a casa. Avui em trobo de cop un totterreny gris al meu davant. Era enorme, amb unes barres de para-xocs platejades i brillants. Darrere del parabrisa un senyor gran amb la cara mig desencaixada agafava el volant amb més força del normal. El totterreny ha derrapat amenaçador, però s'ha aturat a dos pams. A la mateixa corba, a la mateixa pista perduda on no passa ningú.

Pausa; cal descansar del text.

Penso en el Gran Titellaire, el que em governa, el meu, en el jo mateix desconegut. És absurd pensar que la nostra vida és falsa, que té un ésser superior que la va dictant. Quin sentit té aleshores que tinguem la possibilitat de pensar? Poder pensar ens fa més erràtics i, així, fem que el titellaire tingui més reptes en aquest joc macabre? A mi aquesta opció, tot i que divertida, sempre m'ha fet mandra, ja que trasllada el problema de l'existència en fora i expulsa la nostra responsabilitat.

També podria ser absurd pensar que la nostra vida és genuïna i autogovernada en un món immens on el nostre pas, tard o d'hora serà oblidat. Té sentit ser capaç de pensar si el destí és el no-res? O és que simplement la probabilitat ens ha creat per la raó de donar consciència de l'existència del món? No seria estrany que en un vast univers, des del seu naixement fins a la seva mort, no en sortís cap consciència. Aquest univers hauria existit? Sí i no, no té gens d'importància. Al nostre hi ha consciència, hi ha coneixement de la seva existència, som la seva raó de ser i ell, alhora, és la nostra, fins i tot quan hàgim desaparegut, quan no quedi cap record de nosaltres, l'univers haurà existit. I prou?

Fi de la pausa i del moment de distensió.

He culpat al Gran Titellaire, no ho he pogut evitar. Me l'he imaginat rient amb malícia. I l'he maleït i li he dit, tu no existeixes, ets només probabilitat vista des d'un cas concret, per molestar-lo. No m'he creuat amb cap més cotxe en la resta de la volta. Cap ni un.

Creative Commons License